Encuentro con Samanta Schweblin

Encuentro con Samanta Schweblin

Durante los días 22 y 23 de Enero de 2020 nos visitó en Cartagena la autora Samanta Schweblin, autora finalista del Premio Mandarache con su novela "Kentukis". 



El día 22 el encuentro tuvo lugar en el Paraninfo de la UPCT de la ciudad, en el se juntaron más de 600 alumnos de entre 15 y 30 años que han leído este libro, para conocer de cerca a la autora y poder preguntarle las dudas que les surgieron mientras leían el libro.


Cuando ya estaban todos los alumnos sentados, entró la autora entre los aplausos de los alumnos asistentes.

Se sentó en la mesa preparada para tal delante de todos los asistentes acompañada del profesor Fulgencio López, del IES El Bohio y miembro del Grupo Promotor.



Después de que Fulgencio les contara cosas sobre Samanta, como que es una de las autoras mas traducidas (mas de 25 idiomas), reside en Berlín, la propia autora les animó a  que le preguntaran lo que quisieran de su novela.


Y le hicieron bastantes preguntas, y Samanta nos contó que en Septiembre- Octubre de 2020 Netflix va a sacar una película de su libro Distancia de Rescate.

Os comparto varias de las preguntas que le hicieron en los dos días que se encontró con los alumnos que leyeron su libro.

Pregunta:  Samanta, supongamos que Alberto te da 300€ con la condición de que te compres un Kentuki en el Corte Inglés. ¿Cuál elegirías, el cuervo, el conejito, el pingüino rosa, la lechuza o el dragón? ¿Y Por qué?

Respuesta:
Creo que elegiría el Cuervo. Y no puedo explicar bien por qué, quizá porque me identifico mucho con la historia de Alina, porque yo viví en esa residencia de artistas en la que sucede la historia de Alina en Mexico, viví durante 3 meses allí, y entonces tengo una conexión especial con ese lugar en particular, chocándome por esos mercados… Definitivamente compraría el cuervo, pero tomaría algunas medidas, quizás hasta que me acostumbre a él le pondría una banda en los ojos, o le pondría algún cerco en el living para que no se me mueva por el resto de la casa. Lo pondría a prueba, me tienta mucho la idea del Kentuki, es más cuando empecé a escribir Kentukis, me ilusionaba la idea de ser un Kentuki, comprar el chip y encenderme en el living de otra casa y la verdad es que a medida que iba pasando la novela, conecte más con la idea de tener un Kentuki.

Pregunta: ¿Qué fue lo que le llamó la atención, que la captó como para que se le ocurriera la idea de los Kentukis, en que se basan, de donde nacen?

Respuesta:
No sabes lo difícil que es por lo menos para mí, tratar de entender cómo se me ocurren las ideas, lo que puedo decirte es que estaba muy interesada en ver lo que estaba pasando con los drones. Hice esta novela hace tres años y el boom de los drones, por lo menos en las ciudades latinoamericanas más o menos era por esa época, había un montón de gente comprando drones y subiéndolos en sus ciudades y descubriendo geografías de sus ciudades, lugares por los que había circulado toda su vida y ahora de pronto descubría que hay detrás de un muro. Es un aparato que se controla como si fuera un moscardón, literalmente estas volando y tus ojos están mirando hacia abajo aunque no estás ahí, estás a un par de kilómetros comandando con un control remoto. Yo pensé como puede ser que exista algo tan complejo, como puede ser un dron que es un aparato que vuela y no exista algo tan simple como un Kentuki, aunque en ese momento no lo pude nombrar, no dije Kentuki, pero dije algo tan simple como un aparato que yo puedo comandar y puedo hacer circular por el living de otra persona. También me pasó, fue un año que yo ya vivía en Berlín en Alemania y trabajaba mucho, una buena cantidad de horas todos los días con gente que vivía en Barcelona y en Buenos Aire, y claro, como eran muchas horas, a veces, se levantaban al baño o a atender un llamado y yo pensaba, como puede ser que no pueda mover la cámara un poquito a la izquierda o un poquito a la derecha, me quedé solo con ese recorte de su casa que esa persona eligió, me daba mucha curiosidad, supongo que algo de todo esto se cruzó y apareció la idea del Kentuki. Pero aun así cuando apareció la idea del Kentuki, apareció como el aparato. Se me ocurrió en un colectivo, en un bus, iba de camino a almorzar con mi papá, entonces cuando llego le digo, papá se me ocurrió esto, sería un aparato que funciona de esta manera… y mi papá dice, esto es extraordinario, vamos a registrarlo antes de que lo registren los chinos, vamos a ganar un montón de dinero, y yo le digo, papá es muy complejo registrar esto, no vale esto, no lo voy a hacer. La verdad no saben lo que cuesta registrar algo legalmente a nivel internacional, puede llevar años y mucho dinero y yo ya lo sabía por la experiencia de otro amigo, por eso le dije que no que no iba a hacer eso, y entonces mi papá, muy desilusionado con la voz grave y bajita me dijo, bueno, escribí una novela si es lo que sabes hacer… Y ahí fue la primera vez que pensé, Ah! Se puede escribir una novela con este dispositivo, que cosa tan extraña, creo que nunca me habría imaginado a mi misma escribiendo una novela sobre tecnología, pero de pronto, la aparición de este muñeco me hizo hacerme tantas preguntas que ya estaba en el plano de la novela.

Pregunta: ¿De dónde viene el nombre Kentukis?

Respuesta:
Si te lo digo sinceramente, estaba escribiendo el primerísimo borrador, página 10, 11, 12, por ahí y es tan emocionante cuando agarrás por primera vez una idea, hay gente que escribe en el momento en el que la historia comienza a pasar, y te das cuenta que funciona, es un momento hermoso, y estas pensando en muchas cosas, que son muy importantes, el narrador, quienes son los personajes, que va a pasar, porque esas personas están haciendo lo que están haciendo, que hay veces que detenerse a pensar cómo se va a llamar el dispositivo, me parecía algo menor, no quería perder tiempo, estaba muy compenetrada en todo lo demás, estaba muy alucinada con lo que estaba pasando, asique bueno va hay que nombrarlo…Kentuki! De verdad, fue así. Y pensé, pongo Kentuki y más adelante me lo tomo enserio y le pongo un buen nombre, y seguí avanzando. Y cuando me di cuenta que la novela iba enserio, que ya iba por la mitad y dije bueno a ver, vamos a tomarnos esto enserio, como se va a llamar el dispositivo, hice una lista de las cosas que yo quería que el nombre del dispositivo disparara en el lector, quería que sonara a algo Yanqui, norteamericano pero también medio chino, japonés, quería que sonara a barato, que sonara a popular, algo gracioso, googleé la palabra Kentuki, no saben la cantidad de cosas que es un Kentuki en el mundo, hay un caballo de carreras famosísimo en Rusia, un plato de comida tradicional japonés, una ciudad en Australia, hay una ciudad ucraniana muy famosa que no se escribe Kentuki pero se pronuncia Kentuki, hay un rifle en particular que se llama el Kentuki,… es cualquier cosa y eso era precisamente lo que no quería que produjera esa palabra Kentuki, y al final realmente dije, bueno que se quede la palabra. Porque le puse Kentuki, no tengo la menor idea, pero con el tiempo me fui dando cuenta de que no quiero otra palabra, es esa, le va perfecta. Pero por supuesto, ahora la novela se va a traducir al inglés, y los norteamericanos no quisieron saber nada con ese nombre, y me convencieron para cambiar ese nombre de la novela a “Little Eyes”, pequeños ojos. Es fuerte para ellos, porque no pueden desconectar la idea de la ciudad Kentuky con el Kentuki. Pero bueno, hay que hacer caso a los editores, no se lee lo mismo desde todos los lugares del mundo, de la misma manera quiero decir.

Pregunta: ¿Por qué esa portada?

Respuesta:
Porque quería, la elegí yo la portada, los editores no estaban muy convencidos, para mí era importante, obviamente os es un Kentuki eso, y puede generar cierto ruido, pero para mi era importante, justamente por esto que estábamos hablando, del problema que estaba creciendo con la tecnología dentro de un libro. Yo tenía miedo de que la contraportada de las reseñas del libro empezaran a aparecer palabras, que después aparecieron inmediatamente, ciencia ficción, literatura del futuro, y yo pensaba, ¿Por qué?, díganme, en el libro de Kentukis no exista en este mundo ya. Un Kentuki es un peluche con un teléfono dentro, es lo que nos está pasando ahora, este libro no tiene que ver con el futuro. Para mí era tan obvio que a nivel criticas, reseñas, contraportadas, un montón de cosas que suceden alrededor del libro de las cuales el autor no tiene control, como sabía que eso me iba a incomodar tanto, que de alguna manera iban a tergiversar la idea que yo tenía, de cómo comunicar mi libro, pensé necesito una portada, que comunique la idea de lo que es un Kentuki, de una manera muy realista. Que no tenga que ver con el futuro, no quiero un peluche en la portada. Fíjate que libro mas tramposo, si a mi me hubieran dicho, ¿quieres ver un libro acerca de un peluche y habla de la tecnología? No, a mi no me hubiera interesado, pero claro, el libro no habla de la tecnología, el problema no es nosotros con la tecnología, el libro habla de nosotros, con el otro, a través de la tecnología. El libro no habla del futuro, el libro habla de lo que pasa ahora con todas nuestras redes sociales en este momento. Eso me pasaba, sentía que era un libro muy difícil de contar, entonces pensé, necesito una portada que no sea exactamente un Kentuki, el lector se pueda ver a sí mismo en ese gesto de voyerista, de taparse y a la vez querer ver y cuando vi la foto dije, es esta, sin ningún lugar a dudas. La encontré yo misma, navegando en google y era una foto de una chica muy joven, 22-23 años, rusa, logré contactar con ella, la convencí y le compraron su primera fotografía, ella está muy feliz y yo muy feliz con la portada.

Pregunta: Una escritora como tú, aparte de escribir, ¿tienes otros hobbies?

Respuesta:
Bueno, me siento una privilegiada absoluta en el sentido de que de alguna manera, lo que empezó siendo mi hobbie, terminó siendo mi profesión. Osea, a mí lo que más me gusta en el mundo es escribir y leer. Y eso se convirtió un poco en mi trabajo, casi que tuve que esforzarme por encontrar otros hobbies para poder descansar de ese ejercicio. Ahora estoy con un problema en la rodilla que no me lo permite pero me gusta mucho correr, porque me parece que cuando un corre, la sangre circula distinto en la cabeza. Y me gusta mucho el cine. También  soy  una profesional del abandono de las series, me la paso abandonando series, en el minuto 15 puedo decir, esto no me interesa.

Pregunta:¿Empezaste a escribir por ti misma o hubo una persona que te inspirara a ello?

Respuesta:
Mis papas me leían mucho cuando era chica, y eso fue muy muy importante la verdad, ahora que miro hacia atrás, cuando tenía 5 años, no sabía escribir por supuesto, mi mama me leía en la cama y cuando ella estaba por llegar al final yo la paraba y le decía para para, quiero terminarlo yo. Y contaba cualquier otra historia. Osea evidentemente hay como un impulso, yo ahora tengo algunos recuerdos, sentía que en cuanto ponía a un adulto frente al dilema de pasará A o pasará B, me miraban me prestaban atención real, enserio, porque tenía toda la información que ellos no conocían. Y eso era el principio de cómo juega la tensión en el lector. Es algo tan fuerte lo de la tensión, está en todas las pelis que vemos. Esta Bruce Willis colgando de un puente ¿Salvará a la novia? O ¿Salvará un colectivo lleno de niños? Solo puede elegir uno. Es una tontería pero puedes dejar todo lo que estás haciendo para ver qué decisión toma. Y ese es un momento hermoso, porque es un momento en el que piensas, ¿Qué va a hacer?, ¿va a tomar una decisión por amor?, ¿va a tomar una decisión moral?, ¿va a tomar una decisión ética?,… Porque en algún punto, el lector piensa, hay algo de esa decisión que yo puedo aprender, me lo puedo apropiar, es muy mágico ese momento. Me fascinaba eso, en todas las historias. Y después apareció mi abuelo materno, y fue él quien me regaló mis primeros libros adultos, Kafka, Julio Cortázar, Ray Bradbury, empecé a leer cuentos, y me impulsó a escribir un diario. Y en ese diario también, fue la primera vez que empecé a escribir, a jugar con las palabras, hay un ejercicio que a mí me encantaba que era, había que leer a Gabriela Mistral o Alfonsina Storni, sus dos poetas favoritas, y elegir una o dos líneas de esas poesías, que de alguna manera comunicaba lo que había pasado en el día. Después en la adolescencia, comencé a ir a talleres literarios, que fue la gran bisagra, los talleres literarios,… bueno como hacen aquí en la Libreta Mandarache, me cambiaron la vida esos talleres, lo que hacía en el taller literario era, yo podía generar un manuscrito que estaba más o menos bien, y en el taller literario eso se convertía en un cuento espectacular, yo lo leía en los recreos, y me daba cuenta que mis compañeros se quedaban... ¿qué?, esta que no abría la boca pero cuando escribe mira lo que hace. Esto tiene algo que ver con el poder, el buen poder, no el poder abusivo, el poder de la atención, creo que todo lo que hacemos en el día, en el fondo se trata de decirle al otro, para, escúchame, tengo algo que decirte. Me parece que lo que logra la literatura es ese silencio en el otro, ese esperar y leer de verdad con mucha atención al otro. Cuando el que tiene ese poder que se logra a través de las palabras con la literatura, ese poder cambia muchas cosas, es impresionante, y cuando lo empecé a sentir dije, esto no lo suelto más. Y en los talleres y los maestros con los que me fui cruzando en mi vida lo fueron potenciando, es control sobre lo que quieres decir. Es muy difícil decir exactamente lo que queremos decir. Esta lleno de ruidos el lenguaje, es súper incómodo. Clarice Lispector tiene una frase preciosa que dice “La palabra es mi dominio sobre el mundo” y es eso, el lenguaje que pasa de forma confusa, no lo puedes manejar, pero cuando escribís, todo el tiempo esta de tu lado. Al lector le puede tomar un segundo en pasar de una oración a la otra, pero si tu lo necesitas, tienes 7 meses para pasar de una oración a la otra. Tenéis todo el control, para que eso sea exactamente lo que quieras que sienta el lector.

Y la autora quiso enseñarnos como un escritor no solo escribe en el papel, sino también en la cabeza del lector, les genera preguntas. Para ello usó la frase con la que Raymond Carver comienza uno de sus cuentos.

"Un hombre sin manos llamó a mi puerta para venderme una fotografía de mi casa."

Lo que nos genera, en esa sola frase varias preguntas, como:
¿Por que no tiene manos?
¿Cómo tomó la fotografía?
¿Por qué me quiere vender una foto de mi casa?
¿Cómo tocó la puerta?



Estas son algunas de las preguntas que le hicieron los alumnos a Samanta Schweblin, después pasaron al momento de firmas, en el que la autora les iba firmando a todos los que llevaran el libro.

Y sobre todo dar las gracias a los Voluntarios de Impica2, sin ellos no serían posibles los encuentros.



Si quieres saber que más preguntas le hicieron no te pierdas el vídeo del encuentro.
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