—“Debes renunciar a todos tus poderes, solo así conseguiremos despertar a tu hijo” —las palabras dichas por la anciana no dejaban de repetirse en la mente de Nadia. ¿Puedo confiar en ella?, ¿Por qué es necesario perder mi poder?, ¿Recuperaré de verdad a Lucas si lo hago?, las dudas le asaltaban continuamente.
—¡Pero yo soy el hada que ayuda a todos los niños que se adentran en el mundo de los sueños!, ¡Sin mí estarán perdidos! —dijo Nadia con ganas de llorar por la impotencia que sentía.
—Si quieres salvar a Lucas no hay otra opción, tienes esta noche para decidir que harás —respondió Lía con firmeza pero con suavidad, era consciente de lo mal que lo estaba pasando el hada.
Nadia decidió ir a dar un paseo para despejarse y pensar. Tomó un estrecho camino que conducía al frondoso bosque que había atravesado para llegar a casa de Lía. Los árboles que la rodeaban parecían desprender magia solo con mirarlos, no recordaba haber visto ese tipo de árbol en ningún lugar que no fuera en el mundo de los sueños. El suave viento mecía las ramas de los grandiosos árboles que allí habitaban, y el sonido que producía era como una hermosa melodía creada para relajar a quien la escuchara.
Nadia comenzó a tranquilizarse y el bosque quedó en completo silencio al sentir su presencia, ni siquiera se escuchaba el alegre piar de los pajarillos; incluso el aire se tomó un descanso, ofreciendo así la calma que en esos momentos necesitaba el hada.
Observando la belleza que la rodeaba comenzó a pensar en lo que disfrutaría Lucas en aquel lugar, subiéndose a los árboles, saltando en el río, jugando al escondite con sus amigos….
Caminando llegó al viejo puente, por debajo discurría un río de aguas cristalinas que te invitaba a sumergirte en él; le llamó la atención el efecto de los rayos de sol reflejados en la diáfana agua, era un espectáculo de una inmensa hermosura. Se encontraba extasiada observando cuando ocurrió algo extraordinario, de las claras aguas comenzó a salir una franja de luz blanca y fue ascendiendo hasta llegar a la otra orilla del río, donde volvió a sumergirse, quedando así delante de ella formado un deslumbrante arcoíris. Nadia se quedó maravillada y comenzó a sentir con claridad que decisión debía tomar.
Al volver a la cabaña le llegó un agradable olor y su estómago comenzó a gruñir, había perdido la noción del tiempo durante el paseo, ya era la hora de comer.
—¡Qué bien huele! —comentó Nadia a la anciana que se encontraba en la cocina terminando de guisar.
—Una buena sopa te reconfortará, con la barriga llena pensarás mejor —le contestó Lía sonriendo.
—Ya he tomado una decisión, lo haré por mi pequeño Lucas —respondió con seguridad el hada.
—¡Muy bien!, comamos y luego te mostrare lo que debemos hacer —dijo la anciana con cariño.
Cuando terminaron de comer Lía la llevó a la parte trasera de la cabaña y con la mano hizo un símbolo en el aire, apareciendo un portal mágico.
—Al atravesar el portal entrarás a un mundo muy similar al de los sueños, los dos están íntimamente conectados. Piensa que solo podrás llegar a Lucas renunciando a tus poderes antes de atravesar la puerta que hay en el árbol al cruzar el puente, yo lo crearé para que tu hijo despierte —Lía la miraba con dulzura, transmitiéndole confianza.
Nadia se paró frente al portal, en su mente se encontraba la imagen de Lucas, “Por ti hijo mío, hasta el fin del mundo” pensó a la vez que miró a la anciana de la que se despidió con un gesto de la mano, a continuación atravesó el portal con confianza plena en la anciana.
—¡Pero yo soy el hada que ayuda a todos los niños que se adentran en el mundo de los sueños!, ¡Sin mí estarán perdidos! —dijo Nadia con ganas de llorar por la impotencia que sentía.
—Si quieres salvar a Lucas no hay otra opción, tienes esta noche para decidir que harás —respondió Lía con firmeza pero con suavidad, era consciente de lo mal que lo estaba pasando el hada.
Nadia decidió ir a dar un paseo para despejarse y pensar. Tomó un estrecho camino que conducía al frondoso bosque que había atravesado para llegar a casa de Lía. Los árboles que la rodeaban parecían desprender magia solo con mirarlos, no recordaba haber visto ese tipo de árbol en ningún lugar que no fuera en el mundo de los sueños. El suave viento mecía las ramas de los grandiosos árboles que allí habitaban, y el sonido que producía era como una hermosa melodía creada para relajar a quien la escuchara.
Nadia comenzó a tranquilizarse y el bosque quedó en completo silencio al sentir su presencia, ni siquiera se escuchaba el alegre piar de los pajarillos; incluso el aire se tomó un descanso, ofreciendo así la calma que en esos momentos necesitaba el hada.
Observando la belleza que la rodeaba comenzó a pensar en lo que disfrutaría Lucas en aquel lugar, subiéndose a los árboles, saltando en el río, jugando al escondite con sus amigos….
Caminando llegó al viejo puente, por debajo discurría un río de aguas cristalinas que te invitaba a sumergirte en él; le llamó la atención el efecto de los rayos de sol reflejados en la diáfana agua, era un espectáculo de una inmensa hermosura. Se encontraba extasiada observando cuando ocurrió algo extraordinario, de las claras aguas comenzó a salir una franja de luz blanca y fue ascendiendo hasta llegar a la otra orilla del río, donde volvió a sumergirse, quedando así delante de ella formado un deslumbrante arcoíris. Nadia se quedó maravillada y comenzó a sentir con claridad que decisión debía tomar.
Al volver a la cabaña le llegó un agradable olor y su estómago comenzó a gruñir, había perdido la noción del tiempo durante el paseo, ya era la hora de comer.
—¡Qué bien huele! —comentó Nadia a la anciana que se encontraba en la cocina terminando de guisar.
—Una buena sopa te reconfortará, con la barriga llena pensarás mejor —le contestó Lía sonriendo.
—Ya he tomado una decisión, lo haré por mi pequeño Lucas —respondió con seguridad el hada.
—¡Muy bien!, comamos y luego te mostrare lo que debemos hacer —dijo la anciana con cariño.
Cuando terminaron de comer Lía la llevó a la parte trasera de la cabaña y con la mano hizo un símbolo en el aire, apareciendo un portal mágico.
—Al atravesar el portal entrarás a un mundo muy similar al de los sueños, los dos están íntimamente conectados. Piensa que solo podrás llegar a Lucas renunciando a tus poderes antes de atravesar la puerta que hay en el árbol al cruzar el puente, yo lo crearé para que tu hijo despierte —Lía la miraba con dulzura, transmitiéndole confianza.
Nadia se paró frente al portal, en su mente se encontraba la imagen de Lucas, “Por ti hijo mío, hasta el fin del mundo” pensó a la vez que miró a la anciana de la que se despidió con un gesto de la mano, a continuación atravesó el portal con confianza plena en la anciana.
Victoria Cuesta Prieto y Raquel Garranzo Blanco
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